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No poder experimentar placer: anhedonia
Redactado por Alejandra Núñez Luna | 09 de Febrero, 2021 | Bienestar
No poder experimentar placer: anhedonia

Imagina levantarte por la mañana y no sentir emoción alguna, ni por tu trabajo, ni por ver a tu familia, ni siquiera al probar aquel platillo que solía ser tu favorito. 

Esto es solo una muestra de cómo se vive la anhedonia, la cual, a grandes rasgos se define como la incapacidad de sentir placer. 

Por tanto, las personas que la presentan dejan de disfrutar la vida, se alejan de sus seres queridos y tienen mayor riesgo de recurrir al suicidio. 

Identificarla a tiempo y tomar cartas en el asunto puede hacer la diferencia y mejorar la calidad de vida de quienes la sufren. Profundicemos más sobre la anhedonia. 

¿Anhedonia o depresión? 

De origen griego, el término anhedonia se traduce directamente como “sin placer”. Y en ámbitos más precisos puede describirse como una sensación de vacío emocional que a su vez conduce a la pérdida del disfrute de las cosas agradables de la vida, tanto en el aspecto físico y psicológico, como en el social. 

Sin embargo, hay que recalcar que más que una enfermedad como tal, es un síntoma característico del trastorno depresivo mayor, aunque también puede aparecer como signo de otros trastornos de salud mental, como la esquizofrenia, trastorno de estrés postraumático, trastornos relacionados con la personalidad; y el uso frecuente de sustancias adictivas. 

También es importante decir que no todas las personas que sufren depresión desarrollan anhedonia; o bien, algunas personas con anhedonia no presentan ninguna enfermedad mental. 

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¿Cuál es el origen de la anhedonia? 

Las causas de la anhedonia tienen lugar en el cerebro, que, tras situaciones depresivas, de gran estrés o ansiedad, se bloquea y es incapaz de generar dopamina, sustancia química responsable de las sensaciones placenteras. 

Por otra parte, entre los factores de riesgo, tienen lugar los antecedentes familiares con esquizofrenia, trastorno bipolar y la depresión, por supuesto. Asimismo, las mujeres corren mayor riesgo de padecer anhedonia. 

Otros factores de riesgo son los trastornos alimenticios, antecedentes de abusos, traumas recientes, altos niveles de estrés y enfermedades graves. 

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Aprende a identificar la anhedonia 

No es lo mismo sentir tristeza por alguna situación en específico, o levantarte un lunes totalmente desganad@ a experimentar anhedonia. 

La diferencia radica en que la segunda se prolonga en el tiempo a tal grado que ya puede considerarse síntoma de algún trastorno. 

Asimismo, la anhedonia puede dividirse en dos tipos: social y física. La primera se relaciona con la falta de placer en contextos sociales; y la segunda, con la incapacidad de sentir placeres táctiles. 

Algunos de estos puntos pueden ayudarte a identificarla de manera general o descartarla: 

  • Sentimiento de tristeza, abatimiento y desesperanza.
  • Imposibilidad de sonreír o reír genuinamente y tendencia a mostrar emociones falsas.
  • Dificultad para adaptarse o comprometerse en situaciones sociales. Observa a los demás, pero no se involucra. Es como si no estuviera presente en el espacio.
  • Aislamiento social y alejamiento de relaciones anteriores.
  • Sentimientos negativos hacia los demás y hacia uno mismo.
  • Habilidades emocionales significativamente reducidas, además de la dificultad para articular pensamientos y sentimientos.
  • Resfriados o gripas frecuentes.
  • Disminución del deseo sexual y falta de interés en la intimidad física.
  • Ideas suicidas o fijación con la muerte 

Es importante mencionar que la única persona que puede diagnosticarla es un profesional de la salud mental, como un psiquiatra. Él o ella considerará si la incapacidad de disfrute es normal o es síntoma de una patología. 

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Consecuencias de una vida con anhedonia 

La aparición de la anhedonia es progresiva y dependiendo de la fase en la que se encuentre, va afectado la calidad de vida y las relaciones con el entorno: 

1.       La primera fase se manifiesta por la desaparición o disminución del apetito. La segunda tiene lugar en la disminución en la motivación o en el deseo por cualquier actividad y la satisfacción que le corresponde. 

2.   Tras ello, desaparece el deseo de descansar o recuperarse y se vive en un estado de desgano o fatiga permanente. 

3.      Y finalmente desaparece el deseo sexual. 

A la larga, sus efectos pueden ser debilitantes, creándose un círculo vicioso en el que la falta de capacidad para disfrutar conduce a no realizar actividades cotidianas; y dicha ausencia de actividad acrecienta la anhedonia. 

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Diagnóstico y tratamiento de la anhedonia 

Recordando párrafos anteriores, solo un psicólogo o psiquiatra puede diagnosticar la anhedonia, o el trastorno mental que la comprende. 

Para llegar a esta valoración, este hará una serie de preguntas sobre otros síntomas y el estado de ánimo del día a día. Aquí es importante ser lo más sincer@s posibles para un diagnóstico mucho más acertado. 

También es posible que se realice un examen físico o se mande a hacer una prueba de sangre para detectar deficiencias vitamínicas o problemas de tiroides, que pueden estar contribuyendo a un trastorno del estado de ánimo. 

El tratamiento más común suelen ser los antidepresivos y la psicoterapia. 

Adicionalmente existen técnicas, como la terapia electroconvulsiva (TEC) y la estimulación magnética transcraneal (TMS); ambas para tratar la depresión y la depresión mayor. 

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Recursos extras para afrontar la anhedonia 

A la par del tratamiento, de manera personal podemos ayudarnos de ciertas herramientas que nos permitirán retomar una vida normal paulatinamente:

  • Es muy importante que se tenga una red firme de apoyo de nuestros seres queridos, familiares y amigos, que nos motiven emocionalmente y nos empujen a retomar aquellas actividades que hemos abandonado.
  • Mantén activo el cuerpo: Por difícil que parezca, realizar cualquier ejercicio o actividad física puede ayudar a no caer en un estado de anhedonia total.
  • Planear actividades gratificantes: Los psicólogos explican que se deben hacer cosas para tener ganas de hacer cosas. Esto quiere decir que la clave es organizar planes que nos den satisfacción, aunque no tengamos motivación de llevarlos a cabo.
  • Dosificar las actividades: Con respecto al punto anterior, es importante no excederse. Algunas personas, con el afán o la desesperación de retomar su vida, planea un día repleto de actividades. Sin embargo, es mucho mejor ser realista y establecer objetivos sencillos. Por ejemplo, si crees que puedes comprometerte a salir a caminar 4 días a la semana, exígete solo 2. La clave es ponerse en marcha poco a poco, pero al final logrando cambios contundentes.  

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FUENTES: 

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Alejandra Núñez Luna - Vida Alterna

Alejandra Núñez Luna

Lic. en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de la Salle, Bajio.

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