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Promesas del Sagrado Corazón de Jesús

Devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Dentro de los medios indirectos que pone Dios a nuestra disposición para crecer en la gracia santificante está la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

sagrado corazón de jesús

La importancia de esta devoción surge claramente al considerar qué grandes Papas han dedicado sendas Encíclicas sobre la misma.

En primer lugar, el Papa León XIII, el 25 de mayo de 1899, emite la Encíclica "Annum Sacrum", por la cual consagra a toda la humanidad y al orbe entero al Sagrado Corazón de Jesús.

Luego, años más tarde, el Papa Pío XI, el 8 de mayo de 1928, dio a conocer la Encíclica "Miserentissimus Redemptor" sobre la reparación que todos deben al Sagrado Corazón de Jesús. En esta Carta Encíclica este Papa continúa el tema de la devoción al sagrado Corazón de Jesús, enfocando especialmente el aspecto de la reparación o expiación debida al amor divino de Jesús, olvidado y ultrajado.

Las 12 promesas del Sagrado Corazón de Jesús

En mayo de 1673, el Corazón de Jesús le dio a Santa Margarita María para aquellas almas devotas a su Corazón las siguientes promesas

  1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.

  2. Les daré paz a sus familias.

  3. Las consolaré en todas sus penas.

  4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.

  5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.

  6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.

  7. Las almas tibias se volverán fervorosas.

  8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.

  9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.

  10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.

  11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.

  12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.


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