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400 años del telescopio de Galileo

400 anios del telescopio de galileo

Desde que Galileo Galilei -el físico y astrónomo oriundo de la ciudad de Pisa- apoyó un ojo sobre su telescopio, cambió para siempre la visión del Cosmos. Este 25 de agosto se cumplen 400 años exactos del momento en que presentó, en Venecia, su máxima creación.

Con gran cantidad de festejos: homenajes, muestras alusivas y exposiciones astronómicas en la mayoría de los museos de ciencia, se rescata el valor del invento pero también el aporte del genio italiano. Galileo fue uno de los primeros en oponerse a la tiranía de las ideas de su tiempo. Aseguraba que existían infinidad de objetos que no podían ser examinados o apreciados con el ojo desnudo. Por eso se lo considera, además, padre de la ciencia moderna.

En aquella época de oscurantismo religioso, nadie osaba contradecir los dictados de Aristóteles. Para los estudiosos de esos años, el Sol y la Luna eran esferas perfectas, como correspondía a los cuerpos celestes. Como ilustra Alejandro Gangui, investigador del Instituto de Astronomía y Física del Espacio del Conicet y autor de Poética Astrónomica: El cosmos de Dante Alighieri, "el telescopio le permitió a Galileo observar la superficie irregular de la Luna, con sus planicies, montañas, cráteres y advertir que no es una suave y etérea esfera, como se pensaba hasta entonces. Enfocó al más alejado de los planetas de la época, Saturno, y descubrió su forma extraña: no esférica, que sólo 50 años más tarde se logró justificar al comprender que está rodeado de sus famosos anillos", concluye Gangui.

En 1609, Galileo tenía 45 años y vivía en los suburbios de Padua. Subsistía dando clases en la universidad y administrando una pensión de estudiantes mientras se consagraba a temas de física experimental, astronomía y matemática. La visita de un alumno parisino le trajo la confirmación de un curioso instrumento que permitía aproximar los objetos a distancia. Su fabricante, un tal Hans Lippershey, era un óptico holandés que no estaba ligado al ámbito científico.

Ante la imposibilidad de conseguir ese catalejo para inspeccionarlo, decidió ensamblar uno propio con los datos que fue recolectando. El ejemplar original era un tubo de 98 centímetros de largo con 2 cristales en su interior. A diferencia del modelo de Lippershey, el de Galileo no deformaba los objetos y los aumentaba seis veces, el doble que su contrincante. Y fue el único, además, que consiguió obtener una imagen recta, gracias a una lente divergente en el ocular.

Una vez finalizado el prototipo, el 21 de agosto de 1609, se lo obsequió al senado veneciano. En agradecimiento, los magistrados le dieron un contrato vitalicio como profesor y un aumento de sueldo. Además, Cosme II de Medici, Gran Duque de Toscana, le ofreció el cargo de matemático y filósofo en Florencia, puesto que mantuvo hasta su muerte, en 1642. Estos privilegios despertaron el resentimiento de sus colegas, quienes decían que habían sido otros los inventores del telescopio.

Como subraya Gabriel Bengochea, del Instituto de Astronomía y Física del Espacio, "Galileo fue el mayor responsable del nacimiento de la ciencia moderna, tal como la pensamos hoy. Con el perfeccionamiento del telescopio, abrió una ventana al Universo que los cosmólogos hemos mantenido abierta por 400 años". Héctor Vucetich, profesor en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la Universidad de La Plata, coincide: "Con él comienza la Edad de la Razón. Su telescopio le permitió descubrir los satélites de Júpiter, las fases de Venus y las manchas solares. Su combinación de observación, experimento y matemática es característica de la ciencia moderna".

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