Recuerdo un par de escenas de dos diferentes películas americanas donde en una la mujer y en otra el hombre, comentan su sentir ante la salida de casa de los hijos y su relación con la pareja.
En la primera ella le dice a su hijo, ya bastante mayorcito, que tiene miedo de volver a estar con su padre, pues hace tiempo que no estaban solos y ahora se siente desorientada y temerosa.
En la otra escena el hombre le comenta a su amigo que tanto tiempo dedicado a los hijos, creó una gran brecha entre su mujer y él y ahora no está tan seguro de seguir amándola.
Estas imágenes que son sólo ficción, en la vida de tantas personas se hacen realidad. Y es que es muy cierto que cuando los hijos se van del hogar por diversas razones como estudios, trabajo; para independizarse o formar su propia familia, se generan muchos sentimientos que incluso los psicólogos engloban en el "Síndrome del Nido Vacío" y que desde luego afectan a una relación que puede estar ya de por sí descuidada.
En situaciones donde el apego y la dedicación a los hijos fue muy fuerte los padres sienten más la separación, hay tristeza, angustia, inseguridad y ansiedad.
En cambio quienes han criado a sus hijos de manera más independiente, los síntomas del nido vacío no los aquejan tanto.
En mayor o menor medida, las sensaciones que los padres están experimentando se irán atenuando con el tiempo, paciencia y el replanteamiento de la vida en esta nueva etapa, tanto a nivel personal y de pareja.
El rol de padres de tiempo completo ha terminado, llegó la hora de dedicar más tiempo a si mismos; se debe pensar en que ésta es la oportunidad ideal para retomar o plantear nuevas metas como viajar, divertirse, compartir más tiempo con la pareja y los amigos, aprender, enfocarse en la salud y la imagen, etc.
Seguramente que ya no se contará con la energía de hace 25 años, por eso los objetivos planteados deben ser realistas, enfocados en lo que son ahora y pueden hacer.
Al quedar el nido vacío los padres vuelven a estar solos como hace muchos años pero en una situación diferente, pues hay muchas más experiencias vividas que pueden tomar a su favor para revivir y fortalecer la unión.
Sin hijos en casa es el momento ideal para usar ese seductor camisón que vio en el aparado;, cambiarse el look por uno más coqueto, retomar las caricias tiernas y eróticas así como los encuentros sexuales satisfactorios y sin apuro.
La pareja puede darse el tiempo ahora, sin ninguna preocupación, para dialogar y convivir, poner en marcha aquellos planes juntos que quedaron inconclusos.
Cuando los hijos se van de casa desde luego que trae melancolía pero si lo vemos de manera positiva les va a permitir, entre otras cosas, la oportunidad de volver a encontrarse consigo mismos y de reconquistar ese amor que se quedo en pausa durante tanto tiempo.
Esos años en que se dedicaron a formar hijos sanos, independientes, productivos; aquellos momentos difíciles y otros llenos de felicidad que pasaron con ellos, hoy están dando fruto. De manera personal y como pareja, tomen esta nueva etapa como un incentivo por ese esfuerzo realizado.